domingo, 10 de enero de 2010

NINGÚN SER HUMANO ES INVIABLE

No menos de diez millones de colombianos, ¡la cuarta parte del país!, nos hemos visto obligados a desplazarnos de nuestros sitios de origen o de trabajo, y en esa situación sólo hemos encontrado el fastidio y la persecución por parte del gobierno de turno y de sus agentes de oficio. Después de haber llevado una vida digna, los desplazados internos sobreviven a su miseria en las esquinas de nuestras grandes ciudades. Quienes, por cualquier razón, tuvimos que salir del país, nos defendemos como podemos, con lo poco que tenemos a mano. Ese es nuestro lenguaje: sobrevivir, esquinas, defendernos… Somos seres que apenas sobrevivimos, cuando sobrevivimos, y que estamos siempre a la defensiva. Esa situación muestra nuestro desequilibrio. De campesinos y labriegos, el sistema nos convierte en desplazados, y luego en desechables y después en inviables, momento en el cual dejamos de pertenecer a las estadísticas y, por consiguiente, a la vida, que se refugia ahora en los índices económicos. Tenemos que decir que ningún ser humano es inviable, que nadie, por el simple hecho de ser, es “desechable”. La primera de nuestras tareas es la de derrotar para siempre esa idea discriminatoria y absurda.

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