domingo, 10 de enero de 2010

ll. UN CAMINO HACIA EL ESPACIO POLÍTICO

Hasta ahora hemos hablado desde un punto de vista general, porque, aunque somos miembros del PDA, nuestra situación de desplazados hacia el exterior nos permite mirar el espectro político desde una perspectiva diferente. No creemos necesario recordar que participamos a conciencia de una posición de izquierda democrática, y que nuestro compromiso fundamental es con el partido, no sólo porque participamos de sus propuestas e ideales, sino también porque sabemos que será a través suyo como podremos avanzar hacia un territorio distinto y digno, en el que todos podamos vivir en libertad y con justicia.

Estas páginas, que todavía pretenden ser una plataforma para la acción legislativa, tienen razón de ser si a partir de ellas queda claro que nuestro compromiso va más allá de las elecciones del 2010. En el período electoral recogeremos opiniones, propuestas, ideas, análisis y necesidades de los colombianos en el exterior (sabiendo, como sabemos, que los colombianos en el exterior reflexionan continuamente sobre la situación de los colombianos en el interior), para, con base en ellas, alimentar lo que será nuestra futura acción política. “Esa acción –escribió Manuel Salamanca en un mensaje a nuestro “colectivo de colectivos”– tendrá que nutrirse de las vivencias de los excluidos, de los dejados de lado, de los exiliados políticos y económicos, para convertirse en reivindicaciones que se enlacen con los movimientos sociales de nuestra Colombia oprimida”.

¿Cuáles son esas vivencias? Pensamos que, ante todo, tienen que ver con el atropello a los derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad, los asesinatos selectivos, el despojo de la propiedad de la tierra, las torturas, y la absurda protección por parte del Estado de los violadores y asesinos. Nos solidarizaremos con quienes creen que esos crímenes deben tener responsables. Seremos claros en manifestar que, frente a la situación que vive el país no puede aplicarse de ninguna manera el perdón y olvido. Nuestra acción se dirigirá a darle poder a la justicia para que condene a los criminales, sea cual sea la instancia en que se desempeñen. Trataremos de que las indemnizaciones a las víctimas correspondan a la ofensa que hayan recibido. Pero, sabiendo que esas situaciones obedecen al desequilibrio que ha vivido el país por espacio de sus pretendidos doscientos años de vida independiente, buscaremos, además, que se generen procesos de cambio social y trataremos de hacer oír nuestra voz en defensa de las luchas populares y de las reivindicaciones sociales de sindicalistas, indígenas, negritudes y desplazados. Estudiaremos y propondremos los puntos centrales de una política adecuada en defensa del medio ambiente, la biodiversidad, las riquezas forestales y minerales del país, y la preservación del subsuelo, gracias a la cual lleguemos a conocer las dificultades que enfrentamos en lo que se refiere a la preservación de los recursos naturales, renovables y no renovables, y estemos en capacidad de respaldar con eficacia a los grupos y comunidades que se han enfrentado a las grandes corporaciones y empresas trasnacionales, en defensa de esos mismos recursos. De otra parte, trabajaremos a conciencia contra el dogma y los dogmas, y buscaremos que los grupos que todavía se consideran marginales, las mujeres (¡las mujeres!), las comunidades de LGBT, los indigentes, los menores de edad y los ancianos, encuentren respaldo para sus demandas de igualdad y puedan gozar de la plenitud de sus derechos. Ayudaremos a romper la brecha social en que nos debatimos, y lucharemos sin cuartel contra la corrupción, que es, sin duda, una de las bases sobre las cuales se estratifican nuestras abismales diferencias. Y, por último, idearemos caminos para mejorar las condiciones económicas de los colombianos en extrema pobreza, y estaremos atentos a que no se fracturen todavía más las estructuras económicas que nos han llevado a ser, hoy por hoy, dos países irreconciliables: el de la miseria absoluta, indefenso y vencido por el de la riqueza absoluta de unos pocos, que no se justifica ni se explica.

Trabajaremos entonces para que el PDA llegue a la Presidencia de la República con sus programas y su plataforma de unidad, buscando que alrededor de esos programas y de esa plataforma se consolide el consenso que necesitamos. En consecuencia, respaldaremos con entusiasmo el proceso y las decisiones que se tomen teniendo como objetivo esa meta. Sabemos que, aparte de las políticas que hemos enumerado, el nuevo gobierno, según lo señala la coherencia de su programa, deberá ponerle punto final al debate en torno a los Tratados de Libre Comercio que ahora se discuten, dentro de los parámetros que contemplan, dado que son nocivos para los intereses de las mayorías; tendrá también que denunciar y rechazar el convenio violatorio de la soberanía del país, que permite el uso de bases e instalaciones militares de Colombia por parte del ejército de los Estados Unidos; será necesario que busque integrarse en forma decidida al actual proceso político latinoamericano, que ha diseñado soluciones democráticas para la crisis de desigualdad que vive el continente; y tendrá que comprometerse en el respeto a la autonomía de los pueblos, y a las diversas formas que asume una misma nacionalidad en nuestro territorio.

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