domingo, 10 de enero de 2010

JUNTOS PERO NO REVUELTOS

En este punto necesitamos hacer una distinción esencial: buscaremos que nuestro candidato sea el representante de los “colombianos en el exterior”, de todos ellos, pero queremos recalcar que en esa denominación genérica: “colombianos en el exterior” hay señaladas diferencias. Hacia adentro de nuestra posición política, hemos tomado como punto de partida el desplazamiento forzoso. Ninguno de nosotros está cómodamente instalado en el exterior. Hemos tenido que abrirnos paso, si es que nos lo hemos abierto, con enormes dificultades, con sacrificios, con renuncias inevitables a los derechos mínimos que tenemos los colombianos en Colombia, por el simple hecho de ser colombianos. Nuestro programa abarca a todos los “colombianos en el exterior”, pero su columna vertebral sale de la mirada que tienen los desplazados. El origen de nuestro programa es entonces inequívoco. Reclamamos, eso sí, el voto de todos aquellos que, ubicados en el exterior pero en cualquier lugar de nuestro espectro político, quieran ayudar a poner punto final a la discriminación y la injusticia.

Sabemos que el tiempo que tenemos para desarrollar la tarea que enfrentamos es mínimo. Según un estudio publicado en la primera semana de enero por la firma Ibernet Media & Consultants, de Nueva York, seis millones de colombianos viven en el exterior, la mayoría de ellos en España y en los Estados Unidos. El estudio lo dice: seis millones de personas son más que los habitantes de Paraguay. Y añade: “Además de motivaciones económicas, muchas de las personas que abandonan a Colombia lo hacen por persecuciones que amenazan su vida”. Tal es el espectro sobre el cual tendremos que desarrollar nuestro trabajo.

¿Cuántas de esas personas estarán en capacidad de votar? La cifra es un misterio. Pero, de cualquier manera, son millones de desplazados por cualquier causa los que eligen a un solo representante. A estas alturas, cuando ya se ha cumplido el plazo de inscripción, en los comicios del 14 de marzo se repetirá una constante histórica. Según un estudio de la socióloga Olga Lucía González, en las elecciones del 2002 sólo el 4.1 por ciento de los colombianos residentes en el exterior estuvo habilitado para votar. Ese año hubo apenas 37 mil sufragios, y sólo dos mil quinientas personas sufragaron afuera del país por quien resultó electo. Todo eso es un absurdo. Nuestro propósito es el de ganar la curul, claro está, pero también el de señalar la significación que ella tiene. Mientras, en promedio, un representante en Colombia es el vocero de un millón de personas, el de los colombianos en el exterior representa a seis millones. Esa es su importancia, y ese su compromiso.

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