martes, 22 de diciembre de 2009

Mensaje de "Lo Mosca" por la Dignidad


Este es un mensaje colectivo, pero que envío sabiendo que lo dirijo a uno por uno de ustedes, y que, para cada uno, lleva el recuerdo de algún momento compartido, de una lectura silenciosa, de unas palabras cruzadas al azar, de un pensamiento común, de una sorpresa ante las posibilidades –y miserias– de Colombia.

Ustedes han enviado su apoyo a la iniciativa de los colectivos del PDA en Alemania, Noruega y Austria, que piensan que yo podría ser el representante de los colombianos que vivimos en el exterior. Quiero darles las gracias. Sé que en el caso de ustedes, ese apoyo es consciente y genera compromisos. ¿A qué me comprometo? Me comprometo a algo muy sencillo: a ser la impertinente mosca que viene de un territorio donde aún es posible ser libre, y que vuela sobre los inmaculados manteles del banquete, sin que los meseros puedan aplastarla jamás contra los tenedores. Quiero posarme un instante siquiera, y a la vista de todos, sobre el borde de la copa en la que bebe el encargado del brindis. Ya sabemos quién es ese encargado. Su discurso está lleno de lugares comunes, de violencia y de crímenes. Él no representa la corrupción y la delincuencia organizada: él es la corrupción, él es la delincuencia organizada. Mi propósito será el de lograr que, ante la presencia de un ser tan insignificante como puede ser una mosca, tenga que apartar la copa y ponerla sobre la mesa, mientras espera que los ujieres lo lleven ante los tribunales.

Necesitamos que en Colombia se haga justicia. La justicia, no el perdón, y el decir verdad, es el único camino posible hacia la paz y el equilibrio.

Les propongo entonces que hablemos un nuevo lenguaje, que planteemos dudas, que hagamos preguntas, que rompamos contra el pavimento las palabras vacías, que le demos a las metáforas, vengan de donde vinieren, un preciso contenido político. Las líneas de acción que nos señala nuestra tarea común, son claras y precisas. Vamos a seguir por derroteros que se han analizado y estudiado en todos sus pormenores, derroteros que compartimos y respetamos. Pero nuestro oficio será el de abrirle paso a una nueva conciencia. En Colombia necesitamos una revolución de la conciencia, luego de la cual los títeres sin cabeza que nos gobiernan, se conviertan en un imposible ético, en un imposible colectivo.

Gracias por estar acá. He leído los nombres, uno a uno. He recordado instantes, palabras, sueños compartidos, preguntas, monólogos sin respuesta. Y he vuelto a algunos de los pocos textos que escribí, que llegaban al corazón y a la mente de cada uno, tal vez llevados por el viento. Cuando ustedes abrían el periódico donde aparecían mis escritos, mantenían conmigo un diálogo personal, como este de ahora. El poder arrasó con esos escritos, pero no podrá acabar con este diálogo. Mi vida ha seguido el curso de todas las vidas. En estos cinco o seis años largos en los que he mantenido silencio, he tenido, como todos, dolores, esperanzas, frustraciones, alegrías… Pero sigo ahí, como la impertinente mosca de los banquetes. Y el hecho de que ustedes me acompañen, es el motivo que me hace persistir en mi deseo de que Colombia sea otra Colombia.

Reciban mi esperanza y mi gratitud,

Fernando Garavito

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